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55     EL VESTIR DE LA MANCHA

  diferencia de regiones como Aragón, Valencia o Andalucía, donde vestir el traje regional es casi requisito fundamental en todas sus fiestas, en La Mancha es algo que ha quedado prácticamente relegado a las agrupaciones folclóricas.

Otra cosa son los antiguos trajes populares, indumentaria del día a día, que forman parte de nuestro patrimonio cultural y no deberían dejarse en el olvido.

La vestimenta en tiempos antiguos

Por empezar de alguna manera, nos remontamos a 1605, año en el que Miguel de Cervantes Saavedra, publicó la primera parte de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. Entonces, las mujeres del pueblo llano manchego —prototipo sería Dulcinea— se vestían con la saya de lana o algodón parda o a rayas de colores, no muy larga, corpezuelo también pardo, la camisa y mantón alfombrado o estampado.

En cuanto al traje del campesino —nuestro Sancho Panza—, su vestimenta constaba, básicamente, del capotillo de dos haldas, abierto por los costados; los calzones anchos (zaragüelles) y medias de paño pardo, así como la camisa de estopa y sus características alpargatas o peales de bayeta que sujetaban con las correas de las abarcas. En invierno, y para la cuestión del abrigo, zamarras y montera de piel sin curtir y un capote con capucha llamado gallaruza.


El vestido en tiempos de Don Quijote
Sancho Panza hace creer a Don Quijote que una de aquellas aldeanas del Toboso es la sin par Dulcinea

Sancho Panza
Sancho Panza y Criptana

El traje del hombre en día de fiesta se componía de camisa alta de cuello plegado, almilla o jubón de frisa, sayo verde escotado, zaragüelles de lienzo fino, zapatos redondos, cinto tachonado, una caperuza del color del sayo y calzas. La mujer también gozaba de sustancial cambio con respecto al día de labor. Se componía su atuendo de saya, camisa labrada, gorguera de hilo con bordadura brillante, garbín o cofia de red con flecos de seda, zapatos y el ornamento de alhajas propio para el día de celebración.

Las damas y señores seguían las modas que llegaban desde la Corte. Así, el vestido de la mujer consistía en una saya entera, más o menos labrada según el estatus social, que se ponía sobre el verdugado (una falda interior armada con unos aros de mimbre o madera que fue precursor de otros inventos posteriores como el guardainfante, el tontillo o el miriñaque) y sobre corpiños para controlar la figura. Asimismo, por debajo de la saya, una enagua de cintura (faldellín), labrada ricamente, puso de moda eso de "enseñar los bajos" al subir y bajar de un coche, como una exhibición de riqueza. El conjunto se completaba con un gran cuello de lechuguilla, cintura, de orfebrería y tocado a juego. Y a todo esto, se añadían los chapines, una especie de alzas sobrepuestas a los zapatos, que no se veían y que levantaban el cuerpo con sus 6 o 7 suelas de corcho.


Verdugado
Ana de Austria, sobrina y cuarta esposa de Felipe II, vestida con verdugado y al gusto de la época

Mas informalmente, las damas sustituían la saya entera por un jubón, sobre camisa bordada, y una basquilla, nombre con el que designaban a las faldas exteriores tanto del traje cortesano como del popular. Y eliminaban el verdugado y el cuello de lechuguilla.

Los caballeros usaban preferentemente calzas o calzones, jubón sobre la camisa, con coleto o ropilla, y los complementos de medias, cuello de lechuguilla, que luego fue sustituido por otros más austero, el de golilla o el de valona, espada y sombrero.


Señoras y señores. Siglo XVII
Señoras y señores, con Don Quijote y Sancho, en el dibujo de Gustavo Doré para la edición francesa del Quijote de 1863

Cervantes, en su obra inmortal, cuenta brevemente el vestir de Don Quijote: sayo de velarte, calzas de velludo para las fiestas, con sus pantuflos de lo mismo, y los días entre semana se honraba con su (traje) vellori de lo más fino.


Don Quijote
Dibujo de Don Quijote, de Manuel Huete, en la edición escolar de Hijos de Santiago Rodríguez, Burgos, 1955

Pasados los años, los cambios son evidentes según estas antiguas fotografías realizadas en Criptana. En las primeras, de 1895, del francés Oscar Vaillard Gascar, comerciante en vinos para una empresa de Burdeos y pionero en las artes de la fotografía y de la cinematografía, se ve en una a un miguelete descargando sus pertrechos en la Plaza, junto a los desaparecidos soportales, lugar donde se establecía un mercado. En otra, dos migueletes inician los preparativos para instalar el tenderete junto a los muros de la antigua iglesia. Ambas fotografías, junto con otra de los molinos también de Vaillard, son las más antiguas que se conocen de Criptana.


Miguelete en el mercado de Criptana en 1895
Hortelano de Miguel Esteban, con pantalón de mandilete, en el mercado que se instalaba en la plaza de Criptana

Miguletes en el mercado de Criptana en 1895
En ésta, son dos los migueletes y sus burros junto a los muros de la antigua iglesia

En esta otra, se ven a unos podadores con sus herramientas, bien abrigados para el invierno.


Campesinos de finales del siglo XIX
Cuadrilla de podadores de finales del siglo XIX

En 1911, el pintor valenciano Joaquín Sorolla firmó un contrato con el magnate americano Archer M. Huntington por el que se comprometió a hacer una mural de catorce paneles en proporciones gigantescas, Las Provincias de España, para decorar la biblioteca de la Hispanic Society of América de Nueva York. En sus distintos viajes, buscando lo más peculiar de la indumentaria de las regiones, es en octubre de 1912 cuando Sorolla viene a Campo de Criptana para realizar en el Cerro de la Paz, a pleno sol, su famoso cuadro Tipos manchegos, en el que figuran los molinos como paisaje de fondo. Realizó varias fotografías previas que le sirvieron de ayuda, utilizando como modelos hortelanos de Miguel Esteban que acudían al mercado de la Plaza, al considerar que eran los que mejor conservaban el uso de los ropajes más típicos.


Sorolla en Criptana. 1912
Sorolla en Criptana. 1912. Fotografía de hortelanos de Miguel Esteban que sirvió de base para el cuadro Tipos manchegos

Sorolla en Criptana. 1912
1912. Familia de uno de los migueletes que posó para Sorolla, sentados en el Cerro de la Virgen de la Paz

Sorolla en Criptana. 1912
Sorolla pintando el cuadro Tipos manchegos. Como se ve, tanto Sorolla como los acompañantes visten trajes actuales

Tipos manchegos, de Sorolla
Y aquí, el cuadro de Sorolla, Tipos manchegos

Tipos manchegos, de Sorolla
También pintó Sorolla este otro cuadro en Criptana con una pareja joven de campesinos

Y terminamos los tiempos antiguos con tres fotografías de las primeras décadas del siglo XX, una de la alta sociedad de Criptana y las otras dos con personajes y atuendos populares.


Alta sociedad en Criptana. 1908
Así vestía la alta sociedad en Criptana por los primeros años del siglo XX

Mercado en la Plaza. 1927
Mercado en la Plaza en 1927. Se ven blusas manchegas, una señora con sayas y mandil, un hortelano y su burro con toda
la pinta de Sancho Panza, los puestos de hortalizas... y hasta un municipal

Rondalla. Años 30
Blusas manchegas y sayas en este grupo de Criptana fotografiado posiblemente en la década de los 20 del siglo pasado

Gañanes

Gañán era el que trabajaba en el campo por cuenta ajena, quehacer que incluía también el cuidado de las caballerías, aunque a veces se aplicaba al agricultor pobre que trabajaba sus escasas tierras.

La vestimenta clásica de un gañán, empezando por abajo, eran las abarcas", con o sin gruesas calcetas cubriendo los pies; por encima, los "peales", de tela de loneta, hasta las pantorrillas, sujetos con tiras de cuero (las "calzaeras"), que aislaban del barro y del agua, y a veces polainas de cuero. El pantalón, de pana negra o de restos del ejército, sujeto a la cintura generalmente con un "ataero" y remetido por abajo en los peales y polainas (antaño fue cerrado por delante y abotonado en los laterales, de mandilete). La camisa, abierta sólo en la parte superior y con cuello de tirilla. Encima, la blusa, tan peculiar, tan manchega, en tela listada parecida a las mil rayas, con canesú abotonado por delante, sin cuello. Pañuelo de "hiervas" en cuadros de colores grises y negros, al cuello o sobre la cabeza para protegerse del frío o del polvo, anudado en la nuca formando las "tres colas". En la cabeza, boina o sombrero de paja según estaciones. Y "zamarra" o "pelliza" en invierno, o incluso un "capote", de tela muy recia que llegaba casi hasta los pies. Ya había desaparecido por completo la montera de pico en piel de cabra, famosa por que de ella hace gala Sancho Panza en sus miles de representaciones.

Con los años, este atuendo fue sustituido poco a poco por ropa usada, con lo que tenían más a mano, y teniendo en cuenta el estado del tiempo, según hiciera frío o calor o estuviera lluvioso o seco.


Gañán
Gañán. Cuadro de Antonio López Torres. Año 1946

Paletas y paletos

Recuerdo, de joven, que las mujeres —mayores, se entiende—se vestían de paletas o con trajes actuales (de señoritas, se decía entonces). El de paleta de diario: sayas, chambra, mandil y toquilla o toquillón, con mejores tejidos y lujos para más vestir.


Trajes de paletas y paletos
Trajes de paletos. La mujer, con saya, chambra y mandil. El hombre, con el clasico pantalón de pana y blusa manchega

Trajes de paletas y paletos
Matrimonio de paletos

Mujeres con toquillón
Mujeres con toquillón

Dos paletas y una señorita
Dos paletas y una señorita

Paleta
Montaje fotográfico con originales de Isidro de las Heras. Mi mujer, Trini Ossorio, vestida de paleta

Para el hombre, el atuendo determinaba la posición en la escala social: chaquetas o blusones, botines o alpargatas, sombreros o boinas, abrigos —e incluso capas— o pellizas o nada.


Paleto y señorito
Paleto y nueva generación vistiendo ropa más actual

Aún en los años sesenta, setenta, ochenta, y luego cada vez menos, se veían hombres mayores, cuando no estaban en el campo, vistiendo, por llamarlo de alguna manera, de manchego o de paleto. Era muy similar al de gañan, pero con el hato nuevo y limpio. Sin abarcas ni peales; en su lugar zapatos. Con boina o a pelo, y con el aditamento muchas veces de la garrota. Los domingos, algunos con blusa negra, que era imprescindible en caso de luto, camisa blanca y a veces chaleco de pana. Como prenda de abrigo se utilizaba mucho la pelliza, abrigo corto, de paño grueso, a menudo reforzadas con piel en el forro y en el cuello.


Paletos
Paletos y alguna paleta por la calle del General Pizarro. Años 30 del pasado siglo

Paletos
Blusas negras una mañana de domingo en la Plaza

Paletos
Zurra con los amigos

Pellizas
Pellizas

Pero había un traje especial de paleta de fiesta o gala, propio de la mujer de Criptana y único en toda la región. Era una forma de vestir con majeza, y muchas mujeres, fueran paletas o señoritas, lo utilizaban como traje de madrina de bodas.

Se componía el de paleta de gala o fiesta de una falda de color liso y plisada (los pliegues estrechísimos) a mano, con distintas anchuras en el bajo, caderas y cintura para que la caída fuera recta. Blusa del mismo color que la falda o en terciopelo negro. Toca a manera de echarpe, en colores blanco, hueso o negro, de seda o rayón, realizada a ganchillo, con un broche por delante en oro o plata. Se completaba con un mandil, de crespón, en color liso y tono similar a la falda, con bolsillos y a veces bordados en el mismo color. Lo de la falda plisada, todo un superlujo y muy difícil de confeccionar y de mantener, a veces se sustituía por una lisa.

El correspondiente a los hombres, mucho más sencillo, pantalón de pana negro, blusa larga negra o chaleco de pana negra y camisa blanca.


Traje de paleta
Traje de paleta de gala

Traje de paleta
Hermanas Díaz-Ropero con traje de paletas en 1920

Traje de paleta
Mujeres de Criptana con el traje de paleta. 1948

Trajes de paleta
Grupo folclórico Molinos de Viento, de Criptana, paseando por las calles de Mora, en Toledo, antes de una actuación

Trajes de paleta
Faldas plisadas de paleta de Criptana al vuelo. Grupo folclórico Molinos de Viento

Traje de faena femenino

Las mujeres iban al campo con lo que tenían más a mano, generalmente ropa usada, como ocurrió con los hombres cuando fueron poco a poco dejando el atavío de gañán; no se vestían con ningún supuesto traje regional especial para la ocasión. Este invento es fruto de las zarzuelas ambientadas en temas manchegos y de los grupos folclóricos para dar colorido y vistosidad a sus actuaciones.

Si era para segar, las mujeres, por comodidad y recato se ponían pantalones, no fueran a "enseñar" con tanto subir y bajar más de lo que debieran, pero casi siempre por encima una saya. Y para conservar la piel blanca, que entonces era tremendamente valorado, iban cubiertas de arriba abajo y se colocaban un pañuelo debajo de grandes sombreros de paja, doblado por la frente y por la barbilla y atado por detrás del cuello. Solamente se les veían los ojos y raramente la nariz.

En la vendimia más de lo mismo, y para recoger la aceituna, como el problema era el frío, más ropa de abrigo y guantes para las manos.


A la siega en burro
A la siega en burro

El que nos presentan como típico las agrupaciones folclóricas consiste en un refajo a rayas verticales, mandil, camisa de rayas o cuadritos y manguitos en los brazos. Sobre la cabeza, pañuelo de hierbas y sombrero de paja. Medias de lana a rayas y en colores. Alpargatas de esparto o albarcas. Y los hombres, para hacer juego: pantalón de pana negro o marrón, blusa manchega, camisa blanca, pañuelo de hierbas, faja roja y las mismas alpargatas de esparto o albarcas.


Trajes de faena
Trajes de faena de la Agrupación folclórico musical"Molinos de Viento" de Campo de Criptana

Trajes de faena femeninos
Detalle de los trajes de faena femeninos. Agrupación folclórico musical"Molinos de Viento"

Trajes de boda

En épocas pasadas, la mujer se casaba con el traje regional, bien elaborado para la ocasión y con ricos adornos, que muchas veces se pasaba de madres a hijas; luego, dependiendo de la economía de las familias, con un vestido de más o menos gala en color negro, que era lo más tradicional e inexcusable si se tenía luto. El blanco o color crudo para las novias no se generalizó su uso hasta mediados del siglo pasado. El de los novios, siempre más sobrio, pasó del antiguo regional al habitual de color oscuro.

Pero hubo trajes de boda específicos de Criptana, generalmente utilizados por la gente más adinerada por utilizar tejidos lujosos y de alto precio. El de la mujer, en negro y con algunas variantes, llevaba una saya con dibujos en tela superpuesta y un jubón de brocatela, muy ajustado, con adornos, lazo por delante, cuello de tirilla alto y mangas sin puños; se completaba a veces con mandil negro con bordados; medias negras o blancas caladas de perlé, zapatos de tacón medio y velo muy fino. El de los hombres estaba compuesto por pantalón largo y chaleco de panilla negra, camisa blanca con botones dorados, capa de paño negro con las vistas de terciopelo de colores, botines y una especie de sombrero de ala castoreño.


Trajes de boda
Trajes de boda de Criptana

Otro traje de gala utilizado en Criptana para fiestas y bodas a partir de finales del siglo XIX, estaba compuesto en la mujer por falda estampada en colores, chambra de brocado negra, medias blancas y mantón de Manila. El de los hombres, por pantalón, chaleco y chaqueta en pana negra de canutillo fino, camisa blanca y botines.

Traje regional manchego en Criptana

Hoy la Mancha está integrada por las provincias de Ciudad Real, Toledo, Albacete, Cuenca y Guadalajara. No se puede hablar de un traje manchego uniforme, ni siquiera si nos ceñimos a la zona que en su día constituyó La Mancha histórica, y tampoco si sólo nos limitamos a Ciudad Real. En cada zona y en cada pueblo se han hecho variaciones a lo largo del tiempo. Incluso en Criptana hay diferencias entre lo que se consideraba genuino hace años y las también varias adaptaciones actuales.


La Mancha histórica


Manchegas
Años 50. Nati La Templá y Juana La Rana bailando por seguidillas en una fiesta de la Virgen de Criptana


Manchegas
Manchegas de Criptana

Para la mujer, en general, se compone de saya de estameña ("recia" es el nombre en Criptana), tejida en lana en listas de vivos colores, que puede ir rematada con festón bordado o con una cinta de terciopelo; o de seda bordada para las grandes ocasiones. Medias de lana blancas o con rayas de diversos colores. Zapato de cordón o botín de corchete. Blusa negra (las hay de color), con canesú y botonaduras en el cuello, también con cuello de pico, o de tirilla con puntillas de encaje; los puños con botonaduras pueden llevar encajes. A veces corpiño negro de satén o terciopelo. Toca de lana a ganchillo, blanca o en color crudo, o mantón de ramos.

Se completa con faltriquera y mandil de diversos colores, con bolsillos y bordados, y en ocasiones con pañoleta blanca al cuello. Los pendientes, largos, de los llamados de "chorrillo", en oro o dorados, con algunas piedras casi siempre negras. Frecuentemente, algún broche o camafeo. El peinado con moño de picaporte o de castaña y, a ser posible, marcadas en los laterales con unas pinzas especiales (hace años se calentaban en la lumbre) las típicas ondas manchegas, que se mantenían usando fijador de bandolina.

El del hombre, mucho más austero. Pantalón de pana fina y chaleco en negro o marrón. Camisa blanca, con cuello de tirilla, que puede llevar la pechera de jaretas. Faja negra o roja sin dejar colgar los flecos, botines negros y reloj en el bolsillo del chaleco con leontina.


Trajes manchegos
Trajes manchegos. Agrupación folclórica Molinos de Viento, de campo de Criptana

Trajes manchegos
Trajes manchegos. Agrupación folclórica Los Trovadores de La Mancha, de Campo de Criptana

Peinado manchego
Peinado manchego